Lo que enseña es el ejemplo

Prove my love. Violent Femmes.

Yo hubiera sido un fracaso de madre en Esparta. Allí curtían a los niños desde bebés. Les enseñaban a no quejarse. A estar solos. A oscuras. Sin pañales. Sin mimos.

Era una sociedad destinada a la guerra. A violentos no les ganaba nadie. Y no me extraña.

A mi no me gusta que mis hijos lo pasen mal.

Sí, está claro, ¿a quién le gusta ver llorar a sus hijos?

Y no hablo de rabietas.

Aunque tampoco me gusta verlos sufrir por no saber gestionar su frustración. Tan sólo es inmadurez. No es culpa suya. Así que intento acompañarles en sus lloros. Que sepan que estamos ahí. Que no los abandonamos. Que intentamos comprenderlos, si se dejan. Este es el ejemplo que intento dar a mis hijos. Que aunque no siempre consigan lo que quieren, yo estaré si me necesitan, para ayudarles, abrazarles y consolarles.

A veces, me falta paciencia. No soy perfecta. E intento disculparme. Les pido perdón. Y eso también enseña.

Mis hijos han llorado. Como cualquier niño. Y en esos momentos he intentado actuar según mi instinto. Y casi siempre procurando evitar el llanto. Si era posible.

«I’d do anything
I’d do it all
I’d do it all for you
I’d climb a mountain
I’d cross the ocean
I’d do it it all
To prove my love to you»

Dicen que me saldrán blandos. Inseguros. Miedosos. Y que hay que acostumbrarlos desde pequeños a determinadas cosas.

Pero yo nunca lanzaría a mis hijos a una piscina para enseñarles a nadar. Les animo, les acompaño. Y tengo paciencia. Una virtud devaluada. Pero virtud. Y al final todo llega. Con perseverancia, y cercanía.

A estas alturas, ya está claro que no comulgo con métodos de adiestramiento infantiles. Ni con abandonar a nuestros hijos a su suerte. Efectivamente, no me va el rollo espartano. Ni el militar. No creo eso de «solo, se hará más fuerte».

Me va más lo de «con seguridad y cariño, se hará fuerte», y si no, lo querremos igual.

Porque estoy harta de que me digan cómo debe ser un niño socialmente «ideal». ¿Para qué? ¿Por qué? ¿Qué interés hay en tener niños maleables? Ah, claro. Niños fáciles. Obedientes. ¿A que no queda tan bien si digo «sumisos»?

Mi hijo mayor tuvo problemas de adaptación al colegio. Le costaba ir. Y no era culpa suya. Tenía 21 meses cuando empezó. Era el pequeño de la clase. Eran muchas horas sin mamá. Y a los tres meses nació su hermano.

Llevarlo era un suplicio para su padre. No quería dejarlo llorando. Y lo evitaba como fuera. Lo llevaba en brazos, lo acompañaba hasta la puerta, le consolaba con palabras… Pero siempre intentaba dejarlo sin lágrimas. Otros lo habrían dejado sin más: «que aprenda».

Su padre le ha servido de ejemplo. De ayuda, de altruismo, de paciencia, de amor.

Ayer cuando llegaron al colegio y se dirigían a la clase vieron a uno de sus compañeros llorando porque no quería entrar. Mi hijo se desentendió de su padre y cogió al otro, más mayor, de la mano. El niño dejó de llorar. Y se lo llevó hacia el interior del aula.

Mi hijo actuó de forma espontánea. Quiso acompañar, ayudar. No pudo verlo llorar.

A eso lo llaman compasión. Y se enseña, como todo, con el ejemplo.

4 pensamientos en “Lo que enseña es el ejemplo

  1. Ba. Hoy el dia ha empezado horrible. El peque se ha caido y se ha partido una ceja. Llora. Le llevo al medico, hay que ponerle puntos. Llora. Aqui es inevitable que lloren, normal. Yo tambien lloro si me hago daño. Pero para que hacerles llorar por cosas por las que no deberian llorar? Para que coman? Duerman? Esten quietos? «Se entretengan solos»? Pues no, no es asi como se educa. Si ignoro su llanto le estoy enseñando que el lloro no tiene importancia. Y asi lo hará el: si verá llorar otro niño no tendrá importancia. Y no quiero esto, quiero que entienda, que tenga empatia, que sepa ponerse en la piel de otro. Llorará en su vida, claro. Pero no seré yo quien le haga llorar.
    Muy buena entrada Susana!

  2. Mi hijo aún es muy pequeño, 8 meses, pero este es el ejemplo que quiero darle también. Que hay momentos en los que se sufre, que todos sufrimos pero que estamos ahí para comprenderles y acompañarles y hacerles el trago un poco más sencillo (lo que no quiere decir hacerles la vida fácil). Yo dejo a mi niño en la guarde con una sonrisa de oreja a oreja y le recojo igual. Los niños nos imitan en todo y eso tan bonito de que tu hijo haya consolado a otro lo ha aprendido de vosotros 🙂 Enhorabuena!

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